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REVISTA INNOVA ITFIP, 9 (1). 67-81. DIC. 2021
El liderazgo ha sido un tema controvertido, incluso la definición del constructo ha cambiado de
acuerdo a
diferentes

corrientes

teóricas

y

perspectivas

de

acuerdo

a

los

contextos

y

momentos
históricos determinados, sin embargo, tradicionalmente ha sido identificado como un elemento que
juega un papel relevante en el desempeño eficaz en las organizaciones. Por ello las instituciones
educativas cada vez emplean en mayor medida el término de liderazgo con la única finalidad de
mejorar el desempeño administrativo y docente.
Por lo anterior, se supone que el liderazgo tiene que ver con el aseguramiento de las condiciones
para proyectar, practicar y transformar los procesos, además de inspirar e influenciar a personas o
grupos para la obtención de metas comunes (Álvarez, 2001). Además, se debe considerar que el
liderazgo
implica

retos

que

debe

resolver

con

soluciones

novedosas

e

innovadoras

y

la
preocupación debe enfocarse a que todo objetivo o meta empresarial tenga un significado para sus
seguidores logrando un buen producto o servicio (Bernal, 2000). Sánchez, (2017), señala que los
líderes buscan persuadir a los seguidores, para inyectar constantemente en el grupo presión por
conseguir las metas planteadas, posibilitando esfuerzos hacia la consecución moral y ética.
Considerando entonces, las definiciones anteriores los autores de González y de Molina (2008),
consideran que un líder docente debe tener cualidades en cuanto al conocimiento en todos sus
niveles, ser un buen investigador, ser responsable, confiable, respetuoso con responsabilidad social.
Desde esa mirada y como aproximación empírica, se puede decir que se perciben tres tipos de
liderazgo
que

se

ejecutan

en

las

instituciones

u

organizaciones

educativas

en

el

rol

docente:

,
laissez- faire, el transaccional y el transformacional. El liderazgo transaccional, como una relación
por
motivación

extrínseca

a

través

de

las

calificaciones

(Cardona

y

García-Lombardía,

2007).
Implica
según

D’

Alessio

un

cambio

quid

pro

quo

(en

latín:

una

cosa

por

otra).

Siendo

este
liderazgo totalmente conductual que se refuerza con un premio o castigo de acuerdo a los objetivos
de calidad y tiempos establecidos. El liderazgo laissez-faire, el dirigente no toma las decisiones y
los subordinados carecen de dirección (dejar pasar y dejar hacer con los estudiantes). En contraste
el
liderazgo

transformacional

o

carismático

es

el

que

se

desarrolla

bajo

la

convicción

de

una
preocupación por otros, son éticos por naturaleza y sus principios los guían a hacer lo correcto
(docente ético-democrático) (D’Alessio, 2011).