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REVISTA INNOVA ITFIP, 9 (1). 44-56. DIC. 2021
Schumpeter (1942) se enfocó en el rol del empresario – emprendedor – al momento de aprovechar
las
oportunidades

discontinuas

para

innovar.

Las

innovaciones

se

consideraron

como

nuevas
"combinaciones" de productores y medios de producción, que incluye nuevos productos, nuevos
métodos de producción, apertura de nuevos mercados, utilización de nuevas materias primas e
incluso la reorganización de un sector del país (Schumpeter, 1942).
De
acuerdo

con

Utterback

y

Acee

(2005)

en

años

ulteriores,

Schumpeter

(1942)

hizo

mayor
hincapié en el rol de la empresa en la innovación, así mismo sugería que en la medida que el
conocimiento científico se acumulaba se generaba una inversión en I + D por debajo del cual una
empresa
no

podía

ser

un

actor

eficaz.

Para

Utterback

y

Acee

(2005)

las

teorizaciones

de
Schumpeter (1942) en el contexto actual podrían aludir que la primera teoría resulta efectiva en
áreas
de

tecnología

de

productos

emergentes

y

para

empresas

involucradas

en

innovaciones
revolucionarias de productos, mientras que la última teoría podría ser válida para la innovación de
procesos
y

la

mejora

de

productos

dentro

de

las

empresas

que

producen

productos

estándar

y
grandes sistemas.

Clayton Magleby Christensen
Foster
(1986)

menciona

que

la

década

de

los

ochenta

fue

el

auge

de

publicaciones

científicas
entorno al impacto de las tecnologías y la innovación. Sin embargo, es hasta la década de los años
noventa cuando se empezaron a publicar diversos artículos sobre la influencia de la tecnología y
los mercados que condujeron a la teoría de la disrupción tecnológica de Christensen (1997).
La
tecnología

disruptiva

puede

definirse

como

aquella

tecnología

que

alte ra

las

prácticas
establecidas, frecuentemente iniciando con pocos usuarios, que paulatinamente van aumentando al
tiempo en que desplazan una tecnología que anteriormente dominaba (Flavin, 2012). En contraste,
la
tecnología

sostenible

o

de

mantenimiento

es

aquella

que

perfecciona

el

rendimiento

de

la
tecnología ya existente. De forma más precisa Christensen (1997) menciona:
lo que todas las tecnologías de mantenimiento tienen en común es que mejoran el
rendimiento de los productos establecidos... Las tecnologías disruptivas traen al mercado
una propuesta de valor muy diferente a la que había estado disponible anteriormente...
Los productos basados en tecnologías disruptivas suelen ser más baratos, más simples,
más pequeños y, con frecuencia, más cómodos de usar” (Christensen, 1997, XV)
En años posteriores Christensen y Raynor (2003) cambiaron el vocablo de "tecnología disruptiva"
por
"innovación

disruptiva",

objetando

que

la

disrupción

no

es

distintivo

intrínseco

de

la
tecnología,
más

bien

germina

a

través

de

la

praxis.

Millar,

Lockett

y

Ladd

(2018)

definen

la